Frei Betto, también brasilero y teólogo de la liberación, escribió un bellísimo texto donde destaca este modo freiriano de “alfabetizar concientizando” y diferencia, a partir de esa imagen, la óptica de los oprimidos de la de los opresores, que producen diversas formas de interpretar el (desigual) mundo que nos circunda. Pensamos —es decir, percibimos, sentimos y analizamos— desde la territorialidad que cada unx conforma, transita y habita. Pensar es también un hacer. Y son la propia vida y sus experiencias nodales, como modos de circulación y experiencia, las principales contribuciones en la conformación de nuestra amalgama subjetiva.