El tsunami epidémico dejó expuestos los despojos de un país modelo a los ojos del mundo. Sobre un decorado narcisista el poder del norte, todavía en puja por continuar imponiendo sus designios al mundo, revela su mirada hueca. Si la tempestad se capea gestionando incertidumbres —en estos tiempos, lo efímero es ley— Trump mostró las consecuencias de un comportamiento catastrófico. La demorada respuesta sanitaria y otras (in)decisiones afectaron la vida de grandes mayorías, sobre todo en las comunidades más vulnerables, y ya dejaron un número de muertos superior al de cualquier guerra.